La Mentira
Juan y Elisa paseaban por las calles del centro de la ciudad, era tarde, ya había caido el sol y la noche se empezaba a ver entre los tejados de la ciudad. Las luces coloreaban las calles con tonos amarillos y naranjas y todo parecía muy tranquilo. Ellos paseaban cogidos de la mano en silencio, llevaban poco tiempo juntos y les gustaba mucho pasear cogidos de la mano sin ningún rumbo fijo, a veces se sentaban en algún banco de los que se encuentran en los distintos miradores de la ciudad y entonces hablaban y hacían planes juntos, mientras se miraban sonrientes a los ojos. Otras veces simplemente paseaban y pasaban así el rato.
Un día iban andando por la calle, cogidos de la mano como siempre y sonrientes, bajaban por una calle peatonal muy empinada que se encontraba en una de las zonas más altas de la ciudad, la luz allí era mas escasa que en otros sitios y los árboles que crecían en el centro de la calle la hacían parecer más oscura. Cuando llegaron al final de la calle, en una esquina Elisa vió algo que brilló por un instante, se paró y miró fijamente.
-. Juan he visto algo ahí.
-. ¿El qué cariño... dónde?
-. En la esquina, he visto un brillo muy raro.
Juan se acercó pero no pudo ver nada
-. ¿Dónde?
-. Ahí, justo en ese escalón
Estaban agachados junto a los peldaños de una puerta, entonces Juan lo vió.
-. Que cosa más rara...
-. ¿Qué es Juan?
-. No lo sé nunca he visto nada parecido, es muy pequeño.
Elisa lo miraba fijamente.
-. Parece... -Juan se movío un poco porque estaba incómodo agachado- ...parece una mentira.
-. ¿Cómo?
-. Si, si... es una mentira, se le habrá caido a alguien al decirla
Juan hizo el amago de cogerla pero Elisa lo cogió del brazo y no le dejo hacerlo.
-. ¿Qué haces?, -dijo Juan- nos puede servir para algo.
-. ¿Una mentira?, ¿y para que nos puede servir una mentira?. Esas cosas no traen nada bueno Juan.
-. Chiquilla, ¿cómo que para qué nos puede servir?, pues para cualquier cosa; para usarla con tu madre si alguna vez no le hacemos caso, o para mis amigos, por si un día quieren hacer algo y ya tenemos tú y yo algo planeado.
Elisa estaba dudando.
-. No sé Juan, no me gustan esas cosas.
-. Que no pasa nada cielo... si todo el mundo las usa, ¿por qué crees que esta la hemos encontrado aquí en el suelo?, se le ha caido a alguien al usarla. Es muy normal.
Elisa no quería cogerla pero estaba claro que Juan sí, la miraba con esa cara que él ponía cuando quería conseguir algo de ella.
-. Bueno, cógela... pero úsala sólo si de verdad la necesitas
-. Claro que sí cariño
Al cogerla notó como un extraño calor le recorría el brazo, la metió en el bolsillo y dejó su mano dentro, sobre ella, para que no se le perdiera. Con la otra mano cogió a Elisa y siguieron caminando.
Sin darse cuenta con la mano del bolsillo apretó la mentira que habían encontrado.
-. Sabes cariño -dijo Juan- ¡Te quiero mucho!