Rojo
Hace mucho era del color del oro, su sóla presencia le hacía sentir inquieto, como si una mirada pudiera robar todos los te quieros que tenía escondidos. Te quieros que no quería dejar escapar por miedo, timidez y una estúpida vergüenza que limitó toda las historias que podrían haber surgido. Te quieros que se quedaron en su interior, descomponiéndose y dejando un regusto amargo en todas sus palabras y actos.
Cuando se hubo habituado a todos estos sentimientos continuó con su rutina como si no pasara nada, enfrascado en lo que la vida había escrito para él, se dejaba llevar por las situaciones y por los planes de otros, se acoplaba aquí o allí, seguía la estela de los demás y una pausada y pacífica alegría iba envolviéndolo y alejándolo de ese maldito color. Oro.
Un día se sintió totalmente invadido, violento, fue un ataque directo en toda regla, un a por todas, un no te escapas. Pero lo hizo, se revolvió como un cobarde y escapó, nunca fue una persona directa y no quería dar explicaciones que le avergonzaban a él más que a nadie. De este modo llegó una tranquilidad que no deseaba especialmente pero que facilitaba su vida, y la aceptó y fue así por mucho tiempo. El color se fue diluyendo y después de todo lo ocurrido quedo un agradable sentimiento de complicidad y nada más.
Hasta que un día llegó, el amor entró de puntillas como un ladrón y por la puerta de atrás. Todos esos momentos en los que se sentía especialmente a gusto, importante incluso, esos momentos que tanto le agradaban y que inconscientemente buscaba, cambiaron de sentido y se volvieron pasionales y lo que es peor, prohibidos.
El maldito color cambió, ahora es rojo.
Cuando se hubo habituado a todos estos sentimientos continuó con su rutina como si no pasara nada, enfrascado en lo que la vida había escrito para él, se dejaba llevar por las situaciones y por los planes de otros, se acoplaba aquí o allí, seguía la estela de los demás y una pausada y pacífica alegría iba envolviéndolo y alejándolo de ese maldito color. Oro.
Un día se sintió totalmente invadido, violento, fue un ataque directo en toda regla, un a por todas, un no te escapas. Pero lo hizo, se revolvió como un cobarde y escapó, nunca fue una persona directa y no quería dar explicaciones que le avergonzaban a él más que a nadie. De este modo llegó una tranquilidad que no deseaba especialmente pero que facilitaba su vida, y la aceptó y fue así por mucho tiempo. El color se fue diluyendo y después de todo lo ocurrido quedo un agradable sentimiento de complicidad y nada más.
Hasta que un día llegó, el amor entró de puntillas como un ladrón y por la puerta de atrás. Todos esos momentos en los que se sentía especialmente a gusto, importante incluso, esos momentos que tanto le agradaban y que inconscientemente buscaba, cambiaron de sentido y se volvieron pasionales y lo que es peor, prohibidos.
El maldito color cambió, ahora es rojo.
2 Comments:
Muy bueno, Víctor, me ha gustado mucho. Ya sé que tienes muchas aficiones y quehaceres, pero espero que te sobren ratitos que dedicarle a la escritura. Todos lo agradeceremos.
By Corrales, at 2:45 a. m.
Gracias por el comentario. Y sí, tengo muchas aficiones pero me he propuesto escribir un poquito más. Si lo consigo, lo vereís en este blog reflejado.
By Víctor Salas, at 3:14 a. m.
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