Mar embravecido

13 septiembre 2006

Objetivo

A la vez que la madrugada, una figura oscura despertaba en una lujosa habitación de hotel. Se aseaba con tranquilidad, mientras se contemplaba con lentitud en el espejo del cuarto de baño. Terminado el ritual de la mañana, bajó a la calle, fuera del hotel, a desayunar a una cafetería que descubrió en el primer día de su estancia en Babilón. Se sentó de espaldas a la pared, con el gran ventanal y la puerta de entrada frente a él, desde su sitio podía ver con claridad el cruce de caminos donde se hallaba la cafetería, a la gente caminar y a transportes andar de un lado a otro. Se levantó, dejó el dinero en la mesa con una gran propina y salió a la calle. Esperó de pie junto a la puerta mientras contaba mentalmente… cuatro, tres, dos… uno.
Frente a él apareció una chica de pelo moreno con unos hermosos reflejos caoba, que no eran de un tinte, era el color que mostraba su pelo recién lavado. Conforme andaba por la calle, un rastro de suave olor a champú caía con pesadez sobre la acera. A cada paso que daba, su melena rizada se movía rítmicamente. Otro ritmo era más notable y embriagador que el de su pelo, el de sus pechos. Aquella figura empezó a seguirla, durante unos segundos se dejó llevar por las fantasías que las caderas de la chica dibujaban en él.
Durante al menos tres largas avenidas estuvo siguiéndola, pendiente de sus movimientos, las manos en los bolsillos, procurando dar un aire desinteresado, cono el de alguien que pasea sin rumbo, como una especie de turista. Desde atrás, su brazo derecho parecía más tenso, que se movía con menos naturalidad, como si asiera algo dentro del bolsillo con fuerza.
Pasados unos minutos decidió actuar, había venido a la ciudad por un motivo, y ya iba siendo hora de hacer su trabajo. Esperó a que ella hiciera un alto en el camino, por un momento se distrajo mirando un escaparate. Él miró a ambos lados, se acercó por detrás con idea de abordarla y cuando estaba a punto de cumplir su misión ocurrió.

Una voz gritó desde detrás de él con fuerza, una voz femenina.

-. ¡¡EH!!, creo que es un poco tarde ¿no te parece?.

Se dio la vuelta sabiendo de su fracaso, sus ojos se posaron en unos oscuros ojos, la melena de la chica parecía enmarcar su rostro, una melena rizada, morena y con reflejos color caoba. Dejó caer ambas manos y agachó los hombros derrotado, la miró fijamente, los mismos pechos, las mismas caderas.
La chica del escaparate siguió su camino sin saber que detrás de ella estaba ella misma, ¡que ironía!, lo que hubiera cambiado su vida de mirar hacia atrás.
El hombre siguió el recorrido de la chica, “buen culo, si señor” pensó, devolvió la mirada a la “otra” chica que le miraba con desprecio a la vez que desafiante.

-. Nunca lo conseguirás.
-. Nunca dejaré de intentarlo.
-. Lo sabemos.

En medio de la calle, quedó una figura quieta, interrumpiendo el rápido transitar de una sociedad que no tiene tiempo para nada. Una figura que una vez repuesta del duro golpe volvió a su habitación de hotel, donde pagó y fue a la siguiente ciudad, en busca del siguiente objetivo.