Mar embravecido

25 agosto 2006

Breve reseña

Fué en el año 1874, Jorge Gabriel Montes Inquerda había terminado de escribir la que fuera su última novela, cuando de manos de un amigo se enteró de la exisencia del "Códice de grandes filósofos". Hasta ese momento no hay constancia real de este libro, escrito en pergamino y encuadernado en piel. Antes de esto todo eran habladurías, leyendas, dimes y diretes. Pero Jorge lo localizó en la biblioteca privada de Antonio de Cortes y Bordón, tan perdido y olvidado que el propio Antonio no sabía si lo había adquirido él, o ya estaba en la biblioteca del anterior propietario del inmueble. Jorge siempre se encaminó por lo segundo. Sea como fuere, adquirió el volumen por un precio muy inferior al real y lo llevó a su casa. Y entonces empezó la autentica historia del "Códice".
Después de buscar una referencia del mismo por todos los sitios que pudo, se dió por vencido, entonces se limitó a comentar a amigos y colegas de profesión su adquisición, con la vana esperanza de que alguien tuviera una referencia sobre él. En ese año, 1876, le fue arrebatado el "Códice" a golpe de puñalada trapera, de manos de un desconocido que no vaciló para nada en su acción. Ese villano apareció ese mismo día, con la garganta rajada y todas sus articulaciones rotas a martillazos.
El "Códice" desapareció de nuevo, pero Jorge Gabriel había dejado descripciones del mismo en tres artículos suyos publicados en la revista "Novel", a saber; "Sobre las tribulaciones de los Grandes", "A hombros de gigantes" y "¿Son prácticas las encíclicas". Con estas referencias Juan Alberto Guillan Truloc, lo reconoció en un mercado de libros antiguos de París, donde lo adquirió por muy poco dinero. Fue incapaz de leerlo, porque Juan no estaba versado en la retórica de los grandes, pero algó capto de su esencia, y se encerró con él en su casa de Cádiz, con el fin de traducirlo y dejarse empapar por su enseñansas.
Y aquí se pierde en la historia el "Códice" por última vez, Juan Alberto fue ingresado en un psiquiátrico y sus pertenencias vendidas, no tenía herederos. Y entre los objetos vendidos no aparece el "Códice".
Por mi parte, sirva esta reseña del reflejo que tuvo en este mundo, unas ideas que no creo propias del mismo. Una cosa tengo segura, espero no cruzarme en el camino del "Códice de grandes filósofos".

1 Comments:

  • Compañero, y espero no ser muy borde, un consejo: "revisa, revisa y, cuando creas que ya está completamente pulido, déjalo estar un tiempo y revísalo otra vez". Así al menos no llamarás al protagonista de una historia de una sola página de dos maneras distintas (Jorge y Juan). ¡Y cambia de corrector gramatical, por Dios!
    Desde la cruel sinceridad que da la amistad, un abrazo.

    By Blogger Iesus, at 9:03 p. m.  

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